La reunión fue convocada por Chile, en su calidad de presidente pro tempore de la Alianza del Pacífico, tras la decisión de Trump de retirarse del Acuerdo Transpacífico (TPP). Dicho acuerdo había sido firmado en 2016 entre Estados Unidos y once países asiáticos y latinoamericanos de la cuenca del Pacífico, incluidos Japón, Singapur, Australia, Canadá, México, Perú y Chile.
Trump denunció que el TPP era un "desastre" para Estados Unidos, y había proclamado que "el americanismo, y no el globalismo, será nuestro credo".
Pero la retirada estadounidense del Acuerdo Transpacífico no impidió que los demás países miembros siguieran adelante, sin Estados Unidos, en busca de nuevas alianzas comerciales. Los países se reunieron el 14 y el 15 de marzo en Viña del Mar, con una importante adición, China, que no formaba parte de la TPP original. Mientras que el gobierno de Trump fue invitado, pero decidió no enviar a un representante de alto nivel de Washington, China envió al representante presidencial para asuntos latinoamericanos, Yin Hengmin.
El canciller chileno Heraldo Muñoz me sugirió hace unas semanas, cuando anunció por primera vez la reunión, que, aunque América latina seguirá tratando de aumentar sus relaciones comerciales con Estados Unidos, China podría aprovechar la retirada de Estados Unidos del TPP. En política, cuando un país deja espacios abiertos, lo ocupan otros, dijo.
En la reunión, la Alianza del Pacífico de América latina -integrada por México, Colombia, Perú y Chile- acordó comenzar a negociar tratados de libre comercio extrarregionales, señaló. Según otros funcionarios, iniciarán conversaciones comerciales con Australia, Nueva Zelanda y otras naciones asiáticas.
"No se trata de elegir entre un lado o el otro -me dijo Muñoz, refiriéndose a China y Estados Unidos-. Necesitamos tener buenas relaciones comerciales y económicas con ambos. Si uno de ellos tiene una mayor presencia que el otro, qué bueno para ellos."
Pero la retirada de Trump del TPP es sólo una de varias medidas de su gobierno que indican un repliegue de Estados Unidos del papel que ha jugado en el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Entre otros síntomas:
Trump ha dicho que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá, y que construirá el muro con México que prometió en su campaña, a pesar de un nuevo estudio que indica que el 66 por ciento de los inmigrantes indocumentados no cruzan ilegalmente la frontera, sino que llegan por avión como turistas y se quedan más tiempo del permitido.
La semana pasada, Trump envió al Congreso su proyecto de presupuesto para 2018 que reduce drásticamente los fondos para el Departamento de Estado y la ayuda externa en un 29 por ciento, mientras aumenta el presupuesto militar en un 10 por ciento. Entre otras cosas, Trump está pidiendo una reducción dramática de la cuotas de Estados Unidos a las Naciones Unidas, el Banco Mundial y otras instituciones internacionales, y la eliminación de fondos para programas contra el calentamiento global.
Mi opinión: la reunión de Viña del Mar fue un ejemplo de cómo incluso los países tradicionalmente proestadounidenses, como Chile, Perú, Colombia y México, ya están haciendo sus propios planes de contingencia para construir nuevas alianzas a la luz de la retirada de Trump de los principales acuerdos mundiales. La diplomacia estadounidense perderá peso. Peor aún, la retórica xenófoba de Trump podría generar una nueva ola de demagogos populistas en América latina -podría ocurrir tan pronto como en las elecciones de México de 2018- y podría empujar más a la región hacia los brazos de China.
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